jueves, 6 de noviembre de 2008

Una querella con poco recorrido y una oposicion tan mediocre como Natacha

No creo que la querella del PP contra la teniente de alcalde, Natalia de Andrés, llegue muy lejos.

No me parece bien que llamen 'de jarri' o que 'parecen de jarrai puros' a los representantes del PP, elegidos de forma democrática y que en el País Vasco viven en un absluto ostracismo. Al menos, los concejales 'populares' de localidades como Renteria, por ejemplo, son gente que por 600 euros al mes se baten el cobre en medio de una sociedad paralizada donde el 10 % de descerebrados racistas tiene 'acojonado' al resto.

Pero en Alcorcón, si toda la oposición que hace Fernando Díaz es ésta, pues mejor que se quede en casa. Porque interponer ahora una querella por algo que sucedió hace un año está fuera de tiempo y plazo. Demuestra que el PP de Alcorcón solo se dedica a cobrar un pastón sin que ninguno de sus 12 ediles tengan responsabilidad de gobierno, que hay pocas ideas y que las únicas que salen de una docena de mentes pensantes es copiar o aplaudir a la Comunidad y hacer de palmeros de su jefa Espe 'la Thacher'.

Y nada más se puede pedir de Fernando Díaz, mano derecha en su día del más nefasto alcalde de esta ciudad: Pablo Zúñiga 'el aprovechado', 'el infantil', ese que decía: 'Cada mañana cuando me levanto tengo que mirarme al espejo y recordarme que soy un simple humano'. A lo Julio César, pero en un ser humano nefasto para Alcorcón y mala persona.

Pues eso: que no creo que la querella llegue a más que su admisión y estudio, que forma parte de la lucha política, que si el PP creía en las injurias de Natacha, la hooligan, había que denunciarlo en noviembre de 2007 y que esta mujer, socialista, es como su jefe: dictatorial, coaccionadora en las formas y nada tolerante.

PD: espero que en 2011 Los Verdes entren en el Ayuntamiento, con lo que tendrán acceso a todo lo que allí se cuece, y pongan contra las cuerdas a todos estos mediocres (PP, PSOE e IU) y mejoren un poco esta ciudad. Ya es hora de un verdadero cambio de mano de gente que sí tiene su trabajo al que podrán volver cuando finalice su periplo político y qu no tendrán que agarrarse a la poltrona como desesperados de la vida.